Fuimos el pasado sábado a Ribera-Oveja, una alquería de las Hurdes junto a Casar de Palomero, con nuestro montaje UN ESTANQUE DE CARPAS AMARILLAS: el espectáculo mudo de los peces. Nos dijeron que la aldea tiene entre 50 y 55 vecinos. Había 60 personas. Cada asistente se llevó su silla de casa porque la actuación era en una nave multiusos con un sencillo escenario. Allí se habían juntado todos para hacer una paella esa misma mañana, allí son los bailes, las fiestas de todo tipo y, como el sábado, el teatro o lo que traigan. Nosotros les llevamos poesía dramatizada y ellos nos dieron una cura de humildad. La bofetada de realidad que nos llevamos me montó en un sueño donde viajé con La barraca de Lorca o con las Misiones Pedagógicas. El aplauso final y los ojos de dos niñas que se sentaban en la primera fila me despertaron para decirme que sí, que otras formas son posibles. Y nos vinimos cantando por el camino.